Recordando a El Maestro.

Cuando éramos niños nos gustaban los juegos mas divertidos, como todo niño/a la aventura y la diversión nos creaba una sensación de alegría y satisfacción. Una piedra, un pedazo de tronco, una pelota, bueno cualquier objeto sin valor llenaba lo que siempre buscábamos, ser felices.
No obstantes esos objetos sin valor llegaron a ser lo que eran una cosa sin valor, en la actualidad hemos cambiado esas cositas que nos hacían felices por objetos que para nosotros son de mucha importancia y valor, un vehículo ultimo modelo, una residencia de miles de dólares, el mejor vestuario, en fin todo lo que un hombre y una mujer puedan codiciar.
Pero realmente todas estas cosas pueden hacerte feliz plenamente, cubre esto tus expectativas o solamente es momentáneamente mientras puedes disfrutar de ellos.
Cristo dijo en su Sermón del monte: Mateo 5:7 “Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. En la mayor parte de ocasiones nosotros buscamos ser felices con los nuestros, con los hijos, con la esposa, con los padres y con los de la familia. Pero te haz puesto a pensar que hay algunos que no tienen familia, no tienen un hermano, una madre, un padre, no tienen un nombre ni un apellido. Están en completo abandono, juegan con la ilusión de tener un día una bonita familia.
En esencia la verdadera felicidad es el hacer felices a otros, el Maestro compartió su amor con nosotros al despojarse de su trono y ofrecer su vida por los pecadores. Y ahora ha recibido la mejor recompensa tener hijos e hijas comprados con su propia sangre, y contar con una Gran Familia, en donde tu y yo estamos incluidos.
Si quieres seguir el ejemplo del Maestro solo abre tu corazón a los demás, sírveles, bríndales tu amistad y sobre todo si puedes ayudarlos en sus necesidades hazlo el Señor te bendecirá.
Recuerda que las cosas pequeñas son las que muchas veces tienen significado para aquellos que necesitan un tanto de amor y misericordia.

Hno. Ricardo E. Morales
Director “Ministerio Casa de Israel”