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lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Quieres ser el primero en El Reino de Dios?



A lo largo de nuestra vida cada uno de nosotros hemos realizado esfuerzos y sacrificios para poder llegar a ser los mejores en todo. En nuestras épocas como estudiantes siempre quisimos ser los primeros en la clase de Matemáticas, o el #1 en la clase de Ciencias, o los más diestros y habilidosos en los deportes, o el mejor empleado de la empresa, o aparecer en el cuadro honorífico de la Universidad como el mejor académico del año. En fin, una y muchas cosas más que llenan de satisfacción nuestro orgullo personal y alimentan el “Yo” del hombre.



Pero en cierta ocasión cuando Jesús viajaba con sus discípulos camino a Capernaum, el escuchaba que en el camino ellos disputaban acerca de ¿Quién de ellos había de ser el primero, el #1? Me imagino que la discusión fue muy acalorada y reñida, ya que cada quien resaltaba sus logros, habilidades y destrezas. Sus virtudes personales aplacaban a quien se pusiera en frente con sus argumentos, era un campo de batalla en donde el “Yo” de cada uno de ellos prevalecía, no dando espacio alguno a sus compañeros y hermanos para poder demostrar la posición de ser el mejor.



Cuando Jesús y sus discípulos llegaron por fin a Capernaum, el Maestro tuvo que intervenir preguntándoles ¿Qué era lo que tanto discutían en el camino? Pero nadie de ellos respondió a la pregunta.



Entonces el Maestro utilizando su autoridad dice estas palabras: Si alguno de ustedes quiere ser el primero, será el ultimo de todos, y el servidor de todos.Y tomando en sus brazos a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: El que recibe en mi nombre a un niño, me recibe a mi, y el que a mi me recibe, no me recibe a mi sino al que me envío. (Este pasaje lo encuentras en Marcos 9: 33-37)




Muchas veces creemos agradar a Dios alcanzando un grado de excelencia u honorífico, pasando por encima de los pequeños, aquellos mas sencillos, mas humildes, arrasando con los sentimientos y buenas intensiones del corazón, buscando siempre la manera de menospreciar el trabajo de los demás para poder resaltar el nuestro. Imponiendo a toda costa nuestros propios intereses y sometiendo a nuestro prójimo o hermano a ser visto con menosprecio por los demás, siendo arrogantes y sometiendo al mas pequeño que nos sirva, tomando por ventaja su baja autoestima, su pobre conocimiento científico, su deplorable estado económico y tantas cosas que faltan mencionar que a lo único que ayudan es a fomentar la perdida de valores Cristianos y Humanísticos, que cada día que pasa hacen mucha falta en nuestra sociedad.

Es por eso que este artículo desea crear una pequeña reflexión. Si nosotros queremos llegar un día a ser por lo menos los primeros de la fila allá en la gloria, debemos de ser siervos útiles a nuestra sociedad, a nuestra iglesia, a la comunidad, a aquellos pobres que necesitan aliento y no solo aliento sino un pedazo de pan para comer, aquel niño desamparado que necesita un abrigo, un calido hogar, un abrazo fuerte de amistad que nunca lo tuvo de sus padres terrenales. A esos nos envía el Maestro a servir y eso es lo que siempre debe de anhelar los cristianos, un amor ferviente por las almas perdidas que vagan en el pecado, tristes y desconsoladas, solo nosotros únicamente nosotros podemos marcar la diferencia en este mundo, los nacidos de nuevo, los comprados con precio de sangre preciosa de Jesús. Y hoy más que ayer esta en nuestras manos el hacerlo.



Ricardo E. Morales.

Director Ministerio Casa de Israel.

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