Nos es difícil aceptar muchas veces que hemos sido derrotados, o nos hemos dado por vencido a raíz de un problema o a circunstancias de la vida, tal vez la enfermedad nos ha llevado a un punto en el cual nos queremos dejar morir, no encontramos solución alguna a los problema financieros, deudas aquí, deudas allá. Vemos que cada día que pasa nos hundimos cada vez más y más.
Todo lo anterior nos hace pensar que estamos derrotados que lo único que nos queda es bajar la guardia y esperar a que nuestro enemigo nos de el tiro de gracia. Pues quiero decirte que NO tu no estas derrotado, y quiero compartir contigo una historia:
“Ciertamente un día un campesino que trabajaba en las faldas de un monte se encontró un huevo de un ave tirado en el suelo. El hombre se pregunto ¿Este huevo será de una de las águilas que anidan en el pico de este monte? Bueno lo llevare a casa y lo anidare con los huevos de mis gallinas. Dicho y hecho lo llevo a casa y lo anido junto con los demás huevos de las gallinas. Al correr los días los polluelos salieron de sus cascarones, uno a uno se incorporaban a la protección de la madre, solamente uno el huevo de águila aun no reventaba, con cierta dificultan el aguilucho logro salir y para sorpresa de sus hermanos y madre, era totalmente diferentes a ellos. Con el correr del tiempo el ave fue acostumbrándose a convivir con sus hermanos, a comer como ellos, a rascar tierra como ellos, en fin a comportarse como todo un polluelo. Un día el campesino dijo: Ya es hora que este aguilucho regrese con los suyos lo llevare a donde pertenece. Así fue el campesino subió a lo mas alto de la montaña hasta el pico donde se encontraba el nido de las águilas y lo dejo allí. En el nido se encontraban todos sus hermanos pero para sorpresa del aguilucho recién llegado todos los demás se comportaban diferentes a el, todo era diferente, este solo se recordaba de sus hermanos los polluelos y sus modales. De repente apareció la mama águila, quien tomo en sus garras al aguilucho recién llegado y ascendió a lo mas alto del cielo, era hora que los aguiluchos alzaran su primer vuelo, por desgracia le toco al recién llegado ser el primero. El águila alzo sus alas en lo más alto y dejo caer al pequeño aguilucho. El pobre descendía a una gran velocidad y solamente recordaba lo que había aprendido con su mama gallina a pillar y a buscar refugio debajo de sus alas. La distancia se acortaba y estaba a un par de metros de impactar estrepitosamente contra el suelo, cuando se dio cuenta que al extender sus alas fuertemente podía volar. Se dio cuenta entonces que no era un polluelo era una verdadera águila como sus hermanos.”
Muchas veces el enemigo nos engaña tratando de decirnos que nosotros no somos nada, que valemos poco, que estamos derrotados, que somos unos pollitos.
Pero ahora te invito a que alces vuelo levanta tus alas de águila y remonta tus temores y problemas, recuerda hemos sido comprados con precio de Sangre, Sangre de un Rey que dio su vida por nosotros, para que nunca mas fuéramos pisoteados por Satanás. Para que vayamos de victoria en victoria. Amen
Hno. Ricardo E. Morales.
Director “Ministerio Casa de Israel”.
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